viernes, julio 23, 2010

Prodigios cotidianos


Soy testigo de prodigios cotidianos. No es que salgan en los diarios a ocho columnas, pero sí suenan los clarines y descienden haces de luz a mi corazón. Presencio las noticias más grandiosas, que no son charla de café ni noticiero, sino un diálogo interno de perpetua alegría y la posibilidad de encuentros a corazón abierto.

Invocar de nuevo a los niños. Reír hasta que salten las lágrimas. Reencontrar la belleza interior. Activar la vida en baile y sonrisas. Respetar el silencio y esperar a que sea el momento. Ubicar con gozo la beca por la vida. Coexistir con procesos incomprensibles que también toman su lugar. Entregarse porque sí. Permitir que fluyan las lágrimas hasta volver a reír.

Y tras abrazar estos prodigios de otros, zambullirme en la conciencia de que esos instantes soy también yo.


Ricardo Medina
23 julio 2010

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