viernes, agosto 19, 2005

Letras

Hay escritos que cumplen al ser silencios
pues el espíritu se libera de trazos ansiosos;
ésos más vale encerrarlos en un libro
que verlos después mendigar burla u olvido.

Trivial, mal expresado y nada entendido
Es un verso de dolor, jamás socorrido
Tal vez la rima es lo que al otro ahuyenta
Más así fluye el verso, e igualmente revienta.

Hay también letras de destinatario exclusivo
que ensambla uno con pedazos del corazón:
son confianza, ensueño o desesperación
para que el dueño decida que hace contigo.

Y al final las estrofas públicas, compartidas
que se difunden cual volantes en avenidas
mientras más gente las conozca mejor
pues cumplen así su manifiesta devoción.

Silencio, alarido, encuentro o canción,
igual plasma su alma en ellos el autor.

© Agosto 22, 2001.

Etiquetas: ,

Miedo

De niño tuve miedo a dormir con la luz apagada
Y de vez en cuando a algún monstruo bajo la cama.
Le tenía miedo a mi tía de talante siempre gruñón
Cuando despertaba claro, pues dormía como lirón.

Cuscús provocaba un balonazo de fut en los bajos,
pero mejor todavía arderse y acabar a chingazos.
Me daba terror el engendro que nos daba Geografía
y más aventarme un extraordinario de esa porquería.

Oso a enfermarme y volverme gradualmente loco
Después del destrampe y de cuidarme muy poco.
Temer por mi vida, una vez en el Caribe buceando
pues una barracuda enorme me andaba almorzando.

Justo ayer la Traición se robaba noches de sueño
más nunca logró arrebatarme tan solo un anhelo.
Pero usar mi vida de modo rutinario y miserable,
me provoca terror y me resulta vacío, inaceptable.

Siendo mi destino orientar y alumbrar el camino
Mi angustia se asemeja a esos miedos de niño:
Soportaré los balonazos y la traición en la espalda
pero no quiero que al yo Dormir, siga tu luz apagada.

© Agosto 13, 2001.

Etiquetas: , , ,

martes, agosto 16, 2005

Sirenita

-- Para mi segunda hija. ©Agosto 2005

Una pequeña sirenita, que con palabras certeras e interminables como las olas, cuestiona, describe, argumenta, convence, explica, detalla reflexiona, solicita y vuelve a cuestionar sin cesar. Afortunadamente también llega la prudencia del silencio, cual marea por la noche, cuando el aturdimiento me está a punto de inundar.

El abrazo de tu cariño entusiasta otorga viento a mi navegar diario, me lleva en ligero transitar a través de los días variados hasta que al atracar a puerto, me encuentro con un par de ojitos dormilones que preguntan con sonrisa “¿Habrá cuento hoy, papá?”

Te maquillarías sirenita con conchitas, estrellas de mar, algas, flores marinas y el arrecife entero si mi ceño fruncido no te lo impidiera. Será que aunque crezcas, siempre te veré como te quiero ver. Aún así, has logrado la infiltración gradual de brillito, pulsera y tu bolsa de mano. Será que la vida crece y mi sirenita nada ahora para emerger algún día como mujer.

Etiquetas: ,

lunes, agosto 15, 2005

Luna de comedia romántica

¿Cómo privar a la luna del romance?
Pues haciendo del círculo un elipse
Ha de abandonar su amoroso trance
Sólo cuando su luz la tierra eclipse.

Es ahora un disco de requesón,
Inflada por beber tanta cerveza
Canta de borracha una canción
Y de su lento caminar es presa.

Mira el tamaño de ese percance
Con la embriaguez que se carga
Va que vuela a un mal desenlace
Ya que el trago a la larga no paga.

© 2003

Etiquetas:

Si he de morir…

Si he de morir quiero un mausoleo en tu recuerdo. Quiero que el silencio de mis risas repose en tu seno. Que mis libros se vayan contigo al abrazo eterno, a rondar de mente en mente y de mano en mano.

Si me he de apagar, quiero ser nuevamente polvo de estrella. Quiero asomarme por las noches a tus ojos, compartir con mil almas tus pupilas, despertar tus suspiros y acariciar tus sueños.

Si he de callar por siempre, quiero habértelo comentado todo. No tengo más que decirte más que te amo y las mil formas en que visto de palabras nuestro encuentro. Quiero traspasar la barrera de los versos y habitar más allá de situaciones, tiempos, y espacios.

Si he de entregarme al frío nocturno, es porque toda la pólvora ha sido usada. Quiero dispararme a la vida y dejarle a la muerte tan sólo una carcaza quemada.

-------
© 26 de junio de 1999.

Etiquetas: , ,

Silencios

Hay silencios que, vestidos de asombro, llegan acompañados de la contemplación, de la belleza o del amor. Hay momentos callados que todo lo abarcan gritando inauditos “te quiero, mi amor!”.

Hay instantes de pausa que suavemente nos llegan, atrapándonos con bostezos y párpados lentos. Breves y largos intermedios que cuando terminan nos encontramos reconfortados y frente a un día nuevo que canta ya.

Hay pausas de angustia que inundan, como tormentas, el corazón. Son momentos de muerte que agitan y ahogan el alma, golpeando con puños de ácido el vientre, cuajándonos en el dolor. Y la esperanza, cual árbol exhausto en el viento, única que sobresale del pantano de llanto, es desfoliada por suspiros de otoño, lamentos de un pasado que no volverá. Se sumerge extenuada en la noche, con la incertidumbre de ver en un futuro feliz a la primavera. Quizá.

Hoy es uno de esos silencios de otoño, de angustia mordiente, de incertidumbre fatal.
-----
© Junio 6, 1999

Etiquetas:

Viento

Aún de lejos, estoy junto a ti. Me he transformado en el viento, para susurrar en tu rostro y alborotar tus cabellos. Quiero ser el aire que envuelve tu cuerpo y se cuela en tu respirar. Soy mil partículas invisibles que gozan de tu presencia y viven más cerca de ti que de mí.

Quiero besarte de noche con calma y dulzura sin fragmentar tu dormir. Anhelo tomarte en mis brazos, envolverte de amor y perderme en tus curvas. Sueño con tu pasión de mujer, en suaves murmullos “amor mío, quédate allí”. Me he convertido en mis besos, anhelos y sueños, con la única meta de estar junto a ti.

He de estar a tu lado por siempre. Comparto recuerdos, espacios, ideas, visiones y otras cosas más por venir. Me albergo en tu mente, busco una alcoba pequeña en tu armonía interior: un soleado rincón arbolado donde la brisa susurre sin despertarte del sueño, mi amor.

Me has adoptado y eso me hace feliz. Soy ahora viento, frase y poema que habita por siempre dentro de ti.

© 17 de mayo de 1999.

Etiquetas: , ,

Susurros

Hoy he salido y he oído al viento susurrándole canciones a las hojas de los árboles. En mi camino, las aves exhiben con júbilo sus cantos al calor del sol brillante. Hoy mi sonrisa contagia de sonrisas las caras en mi vida.

Y es que hoy recuerdo que posees el poder inmenso de la vida. Hoy revivo mi anhelo de entregarme y ver como albergas en tu ser el destino de nuestro mañana. Te encuentro y descubro en tí a la otra humanidad perdida y recuperada.

Recibes, provees y compartes abundancia. ¿Te enseñó la Madre Tierra? Encuentro alimento en tu sonrisa, cobijo en tu regazo, pureza en tu llanto. Me descubro en el reflejo de tus ojos y el encuentro imita el susurro del viento entre los árboles…

© Mayo 10, 1999

Etiquetas: ,

Sandías

Crece a tu gusto todo lo que quieras y sorprende con tu tamaño corpulento. Deja tu corazón siempre rojo encendido y sacia con creces al sediento.

Que la frescura sea tu símbolo y muy jugosa tu conversación. Que puedas entregarte a muchos y dejar ahíto al más glotón.

Conviértete en el deleite de los niños y repártete en grandes trozos de emoción. Mantén tu interior lleno de semillas y arrójalas una a una con sorpresa y diversión.

© Noviembre 18, 1998.

Etiquetas: ,

Recuerdos del Mar

--Para María del Pilar. © Julio 1, 1998

Un inicio cual furia de tormenta. Y yo atónito, embarcado en mi frágil existencia frente a ti, adulta y en todo potencial. Evoco claramente la ansiedad y el temor de cada encuentro frente a tí. Miedo como a aquellos seres míticos e incomprensibles que devoraban naves enteras porque sí...

Hoy es día del Señor. Mi corazón de siete años palpita fuertemente de emoción. Viento de curiosidad en las velas. Sé que estamos en zona de peligro y sin embargo seguimos adelante en la temeraria exploración. Se cuentan historias de aterradores gritos en la noche y fuerza incontrolable que surge y se desvanece sin causa aparente. Con cautela avanzamos, atentos a cualquier señal de peligro: nubes de tormenta, el mar hirviendo, algún relámpago fulminante quizás. Camino con cuidado, pero un paso en falso y la duela cruje bajo mis pies.
--¿Qué hacen aquí? preguntas despertándote con ronca voz.
Y huímos veloces de tí, monstruo marino, con un grito de regocijo y ansiedad...

El conflicto se acrecienta, y hay entre nosotros quienes preparan sus armas contra tí, alimentados por el resentimiento y el dolor. Ambos somos adolescentes de corazón. Frases de furia alimentadas por el fanatismo de su propia verdad fragmentada. En mí la curiosidad, se ha enfocado a otras cosas y te contemplo a veces desde puerto; en ocasiones embravecida, otras tantas impasible. Pasará buen tiempo antes que volvamos a encontrarnos...

Han pasado varios años y me he mudado temporalmente junto al mar. He tomado mis reservas pues se sabe de su legendaria volatilidad. Más viviendo en la playa distingo un cambio radical: han construido un dique de soledad con tabiques incomprensión. Banderas negras advierten “Peligro: locura y tempestad”. En aislamiento, has transformado tu frustración en sueño y televisión. Hay, sin embargo otros junto a tí. Más cruzando nuevamente la puerta, gradualmente nos acercamos y escucho tu brisa, tu llanto y tu rugir. Aquellos aterradores alaridos nocturnos de mi infancia no son más que un detalle que logramos fácilmente reconciliar. La sorpresa se transforma en un tímido abrazo cariñoso. Nuestro breve encuentro se ha vuelto inmortal.

Hoy la marea ha bajado como nunca y no te veré más. Tu imagen vive fresca en mí y en otros, sin dudar. Esperaré algún tiempo y nos volveremos a encontrar, en un lugar y en un instante que no acabarán.

Etiquetas: , ,

El Río

-- Dedicado a mi hija mayor. © Enero 1998

Júbilo por tu sola existencia. Festejo por el simple hecho de contarte entre nosotros, no digamos ya por verte sonreír y fortalecerte, comer y dormir. Gozo al reflejarme en tus ojos inquietos, persiguiendo tu mirar.

Me sorprendo a mí mismo en una suave emoción que me arrulla, cuando me encuentro abrazándote para procurar tu dormir. Me encuentro feliz en el vínculo que nos nutre, como aquel río que fluye en el campo, inundándolo de vida y de fulgor. El campo recibe del agua la vida, el río encuentra en el campo su destino y la paz. Curioso es que me regreses ya vida cuando, por ser yo tu padre, de mi lado la entrega se supone que está.

Noto en mi otra mitad, como nunca antes entrega y felicidad. Nuestro vínculo se transforma de pareja a familiar. Su espera amorosa para establecer el contacto, después de la ola emocional. Su fuerza, a pesar de el dolor y el cansancio, para ofrecer su seno una vez más. Hay vivencias que con palabras no soy capaz expresar.

Ayer un hombre sabio me dijo:
---Imagina que igual te quieren tus papás.

Y me descubrí navegando en un río antiguo.
Viajando en un amplio caudal de armonía, entrega y paz.

Etiquetas: ,

Chilanguez con ruedas

Como buen citadino clasemediero, le dedico un número considerable de horas a transitar en coche a la mayoría de mis diligencias bajo el supuesto de el transporte público es en más lento, más arriesgado y más sudoroso. Sea esto cierto o no, somos tantas las personas que compartimos el tráfico en horas pico, que nos hemos visto en la necesidad de crear nuestra propia cultura del transitar y sobre este tema es que trata el presente artículo.
Para ti docto lector, que te estás preguntando cómo es que puede haber cultura de tránsito en tal estado de barbarie, aprovecho la ocasión para aclarar que no me refiero en este caso al término alemán kultur, que la época de Bismarck era sinónimo de progreso. Te diría que hay veces que el único progreso evidente es el de las horas, cuando me atrapa una marcha entre donde vengo y a donde voy. Tampoco veo la cultura del tránsito como erudición o madurez intelectual, pues por más refinado que a veces me guste verme a mí mismo, cuando alguien se me cierra me doy cuenta por mis amables reacciones que soy tan naco como el que más.

La cultura del tránsito urbano en vehículo automotor, léase chilanguez con ruedas, es el conjunto de modelos de comportamiento colectivo, adquiridos y transmitidos socialmente mediante el uso peculiar y distintivo de los elementos comunes a la convivencia. (¿Te cae?) O sea que tenemos un modo muy particular de hacer las cosas cuando manejamos y, hasta donde alcanza mi experiencia, esta combinación no se repite en ningún otro lugar. Voy a elaborar entonces alrededor de ideas tradicionales relevantes, valores asociados, símbolos y configuraciones distintivas. Y esto relacionado con semáforos, cambios de carril, patrullas, ambulancias, señas corporales y, por su puesto, uso del claxon.

Comencemos por el semáforo y sus tres foquitos de colores. En la mayoría de los países el rojo significa “alto”, el verde reza “siga” y el amarillo indica “precaución”. Pero si tomamos en mente que la idea tradicional relacionada con el semáforo es la ley, y que los mexicanos entendemos a la ley como un marco de referencia --no como un conjunto de reglas que hay que seguir a pie juntillas— y que además tenemos la costumbre de aprovechar cualquier ambigüedad de la misma en nuestro beneficio, la cosa cambia. Así, las lucecitas del semáforo significan lo siguiente en nuestro transitar: el rojo significa “disminuya su velocidad y avance con precaución”, el verde significa más o menos lo mismo, pues sabemos que para todo semáforo en verde hay uno que está en rojo mandando una señal ambivalente. El amarillo –ámbar dice el Reglamento— es sin duda inequívoco pues significa “acelere, pues todavía alcanza a pasar”. Y cuando los semáforos tienen flechitas dentro de los foquitos la cosa se pone todavía mejor, pero el tema es de tal complejidad y extensión que puede ser objeto de una tesis doctoral y no lo pienso abordar aquí.

Hablemos ahora de las patrullas y el modo en que representan a la autoridad. En otras latitudes, la gente se siente protegida y a salvo cuando un patrullero pasa junto a ellos. Pero los chilangos tenemos una larga tradición de contemplar a la autoridad con ambivalencia. Miramos mucha ortodoxia y poca ortopraxia, percibimos autoridades de grandes discursos, pobres resultados y predispuestas a aprovechar su estancia en el poder. Vemos la autoridad monárquicamente, con gran respeto a las formas, con venias y hasta cuotas para transgredir, aunque después repudiemos la conducta. Así pues una patrulla nos pone en estado de alerta e incluso contemplamos la posibilidad de una ruta alternativa si es que no hemos llevado el coche a verificar. En una interacción, no buscada por supuesto, no debe sorprendernos algo así como “Buenas tardes señor oficial ¿que calor eh?... ¿Qué me pasé el alto, cuál alto? Ni siquiera vi el semáforo… Ándele oficial, no sea malito, déjeme ir. La verdad es que sí lo vi, pero me estoy haciendo del baño e iba volando a mi casa –su casa— para llegar a ya sabe usted… Oiga, muchísimas gracias, Dios lo tenga en su Gloria, si todos fueran como usted, permítame a modo de agradecimiento invitarle para un refresco, con todo respeto a su autoridad por supuesto…”

Las ruidosas ambulancias representan con toda claridad el modo en que valoramos la solidaridad. Al oír la sirena a nuestras espaldas nos conmiseramos del sufrimiento ajeno y siempre encontramos el modo de hacerles un huequito, crear un carril adicional en el periférico y orillarnos a la orilla, pues. Dejar el paso a una urgencia médica podría parecer que no tiene nada de peculiar en nuestra chilanguez con ruedas, a no ser por la maldita rémora que siempre viene pegadita defensa con defensa detrás. Entonces nuestra generosidad inicial se transforma en cólera momentánea, luego en frustración y finalmente en amargura: tratamos de cerrarle el paso al free rider, pero sin suficiente decisión para despojarlo de su malhabida posición, miramos frustrados como después de que pasan tres o cuatro gandallas, prácticamente el esfuerzo de colarse ya no vale la pena y después nos quedamos cavilando de porqué el país está como está y cómo es que si las ambulancias no fueran más anchas que los coches normales tendríamos mejores posibilidades de meternos justo atrás. Juzga pues lector si nuestros valores y actitudes frente a quienes parasitan el sistema son distintivos o no.

El claxon hace su luchita por incorporarse al modo en que vivimos y jugamos con el lenguaje. Es una lástima que la tecnología automotriz no esté al nivel, pero hacemos noble esfuerzo por asociarle sutileza, expresión y doble sentido a los claxonazos. Ejemplos notables son en primer lugar el breve “pip” tras seis centésimas de segundo de luz verde en el semáforo que sugiere al conductor de la primera fila algo así como “No estará usted dormido, ¿verdad?”. Por supuesto el prolongado “taaaaaaaa” que hace evidente a quien se estaciona en el eje vial la molestia de los otros clamando “¡Taaaa-rado, tus intermitentes no hacen que dejes de estorbar!”. Y por supuesto el agravio máximo en el quíntuple “táa-ta-ta-ta-taa” que ha logrado convertir una corneta en una verdadera mentada de madre. Muy diferente a otro quíntuple cornetazo que con diferente espaciado significa “¡Que vivan los novios!” Sin embargo, sigo pensando que la tecnología todavía no nos ha dado el ancho apropiadamente para decir “Insisto. Pase usted primero por favor” o bien “Mamacita… ¿De que nube te caíste amor?”. Esto me lleva a una de las últimas manifestaciones culturales de nuestra chilanguez con ruedas.

Las señas que nos hacemos unos a otros al manejar son variadísmas dependiendo de las circunstancias, pero voy a escoger sólo una, que me encanta y pone claramente de manifiesto el modo en que simbolizamos lo impersonal del sistema y su superación a través del contacto humano. Aunque los coches vienen de fábrica con una palanquita junto al volante que activa la señal de luces direccionales, todos sabemos que usar ese sistema garantiza que los coches de atrás cierren filas y eliminen cualquier espacio disponible, anulando así la más mínima posibilidad de paso. Por eso, cuando de verdad deseamos cambiarnos de carril, no hay como sacar el brazo por la ventanilla y hacer contacto visual con el conductor de a lado con cara honesta de “Dame chance, please”. Y el otro te cede el paso, aunque lleve igual que tú más de una hora en el tráfico. Muy particular como traducimos en la vialidad el aprecio por el contacto con otros, actuando incluso contra el sistema establecido.

Nuestra chilanguez con ruedas también cambia con el tiempo, antes cualquier taxista nos servía de Guia Roji, pero ahora la ciudad es tan grande que hasta ellos cargan una. Antes veíamos muchas más ventanillas abiertas para respirar aire fresco, pero ahora con la paranoia de la seguridad, el sofoco es preferible al atropello. Y hay cosas que todavía no estoy seguro cómo vamos a resolver, como por ejemplo el número de manos necesarias para acomodarse un lente de contacto, comer yogurt, marcar en el celular y sacar el brazo para dar vuelta al mismo tiempo.

La cultura con ruedas nos refleja entre otras cosas nuestro modo de actuar a partir de nuestras concepciones colectivas sobre la ley, la autoridad, la solidaridad, los free riders, el lenguaje y el contacto humano. Pone en evidencia el modo en que vivimos, abrazamos, toleramos o rechazamos ciertos estilos de proceder. Y aún en un día de mucho tráfico, como dijera mi abue: al mal tiempo, buena cara.
---------------------
Ricardo Medina Covarrubias es mercadólogo por profesión y curioso por vocación. Aprovechando que dedica varias horas al día a transitar de un lado a otro en coche, este artículo fue concebido, escrito y revisado en su totalidad a bordo de un vehículo.

© Junio 2005

Etiquetas:

Las metáforas de la vida

Pareciera ser que la vida carece de significado si es que uno mismo no se lo otorga. Ya sea por el descubrimiento, la fe o el intelecto le asignamos sentido a nuestro caminar. Jugamos y ganamos batallas para ser el más rico a la hora de la muerte, para extasiarnos en el placer y la belleza o para germinar nuevos retoños en nuestro espíritu, siempre como símbolos de lo bien que hemos recorrido nuestra vereda.

¿Qué perdurará más tiempo, antes de que todo cambie? Una cuenta bancaria, una idea, un verso o una plegaria en el viento. ¿Qué nos entrega mayor consuelo? Un beso, el entender concreto o el contemplar lo eterno. ¿Para quién nos despertamos cada alba? Para el ayer de nuestros padres y ancestros, o para el hoy de nuestro propio momento o quizás para el mañana de los que no son todavía y vendrán.

Probablemente no sea la respuesta sino una hilado de todos estos factores. Tal vez todo se superpone y le asignamos valor sólo a aquello que nos marca. Quizás la vida sea sólo metáforas y nuestras acciones sean palabras…

© 2004

Etiquetas: ,